Eduardo
Galeano nos cuenta que Orlando Goicochea es un carpintero que desde temprana
edad se ha desenvuelto como tal, haciendo sus propios juguetes. Es además de
carpintero, un artista, ya que no necesita máquinas para hacer sus productos
que con éxito vende en la Habana: con sus manos hace los mejores muebles.
Orlando
reconoce las maderas por el olor, sabe su edad y de qué árboles vienen. No en
vano han pasado treinta años en éste oficio.
Trabaja
durante el día y por la noche se encierra para estar a solas con el DVD y ver
las películas que se le antojan. Ve las películas no por ser un cinéfilo, sino
para estudiar la composición de los muebles que hay en ellas.
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