miércoles, 6 de junio de 2012

Detrás de la Obra Maestra de Capote


En noviembre de 1959, Truman Capote leyó en el New york Time” la noticia del asesinato de la familia Clutter en un pequeño pueblo de Kansas. El asesinato de aquellas cuatro personas (el padre, la madre y dos de sus hijos) no fue lo que más llamó su atención, sino el porqué de la tragedia ocurrida, que aparentemente fue inmotivada y los efectos que habrían después de ella en una pequeña comunidad aislada llamada Holcomb. Con esta inquietud, Capote empezó a escribir una crónica breve acerca de la ciudad y de la familia, sobre cómo habían vivido ese suceso, pero terminó descubriendo no sólo el misterio, sino también un nuevo género literario: la novela de la no-ficción.

Capote se trasladó a Kansas para comenzar sus investigaciones y se llevó con él a Nelle Harper Lee, periodista que fue de suma importancia para poder llevar a cabo el proyecto. Al llegar a Kansas encontró un ambiente ensombrecido por el miedo y la desconfianza. La primera persona con la que habló fue Alvin Dewey: supervisor de la investigación del caso y a quien no le causó muy buena impresión al principio, igual que al resto de los habitantes de Holcomb.

Sin embargo, no tardó para ganar la confianza de todo el pueblo. Gracias a su personalidad arrolladora se convirtió en la atracción de los pobladores: “Al principio fue duro. Pero ahora soy casi el alcalde”,dijo Capote en una entrevista. Nelle y él realizaban entrevistas y averiguaciones durante el día, pero no tomaban notas porque eso ponía nerviosa a la gente, y durante la cena o tomando una copa comparaban sus notas y conseguían hilvanar el crimen.

El proyecto había avanzado hasta la mitad cuando sucedió la detención de los asesinos: Perry y Dick. Para continuar con este ambicioso proyecto era necesario entrevistarlos continuamente y sumergirse en el proceso judicial para poder describirlos en su obra tan bien como lo hizo acerca de las víctimas. Al Dewin fue un gran apoyo para que Truman Capote tenga contacto con los sicarios y continuar con el tan ambicioso proyecto en el que se había convertido “A Sangre Fría”

Cuando fueron condenados los asesinos, Truman decidió instalarse en Europa para escribir su libro y hacerlo con tranquilidad y sin una agenda cargada de eventos y citas sociales. Insistía en que: “La vida social es enemiga del arte”, y durante su estancia en el extranjero, mantenía correspondencia con los asesinos, con Cullivan (un amigo de Perry) y con Al Dewin.

Así logró conocer muy a fondo a estos dos condenados a muerte, que se confiaron a él, contándole sus preocupaciones, sus pensamientos, sus sentimientos. Realmente se llegaron a hacer amigos, y sobre todo con Perry con el que Capote se sentía muy identificado. Ambos compartían muchas semejantes: su escasa estatura, los dos habían tenido una madre alcohólica, la ausencia del padre y hogares extraños. Ambos eran ridiculizados de pequeños, Truman por su afeminamiento, y Perry por sus rasgos indios y porque se hacia pipí en la cama. Ambos habían sido criados sin orientación y sin amor. Todo esto había provocado distintos efectos en cada uno, aunque en ningún caso, positivos.

Con estos datos, Capote se documentó hablando con un psiquiatra, que le ayudó a desentrañar la psicología de los asesinos. Gracias a esta documentación, en su obra consigue caracterizarlos de forma casi exacta, los conocía tan a fondo que se pudo permitir el reproducir situaciones y conversaciones en las que no estuvo.

La obra tardó seis años en su producción, pues el público la conoció en 1966: desde que comenzó con las investigaciones, y es que el final de ésta requería que terminara con la ejecución de los asesinos o con la concesión de una pena menor, y las continuas apelaciones de los condenados alargaron el proceso hasta 1.965, año en el que fueron ejecutados. Las apelaciones le causaron depresión y ansiedad a Capote, se le planteaba un dilema moral: quería desesperadamente publicar su libro, pero ello conllevaría la desdichada muerte de dos hombres que le consideraban su amigo y benefactor. En palabras del escritor “los conocía tan bien como me conozco a mí mismo”.

De primera mano tenía Capote la información de las últimas palabras, sentimientos y pensamientos de Dick y Perry, que le pidieron que fuera a verlos antes de la ejecución. Tanto suponía para el autor aquellos dos personajes que no pudo contener las lágrimas tras la ejecución y no sólo eso sino que tras escribir “A sangre fría” toda su vida terminó de derrumbarse. Sus problemas personales se agravaron, y su salud física y mental sufrieron un empeoramiento, del que ya nunca podría recuperarse y que culminó en una fatídica muerte en 1.984.

Su vida había girado durante los últimos años alrededor de esa obra y según él “Escribir el libro no me resultó tan difícil como tener que vivir con él”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario